Bayonne

Corrida de las promesas

¡Vuelta para Dorian!

La corrida de las promesas 2025 estuvo marcada por la grave cogida de Juan de Castilla. Una tarde de emociones en la que la bravura de los toros de Arrauz de Robles, unida al valor y la determinación de los cinco toreros, nos ofreció una corrida intensa, dura y emocionante. Las cinco “promesas” estuvieron claramente a la altura del desafío. Con un poco más de acierto con la espada, todos podrían haber cortado al menos una oreja.

La corrida de las promesas 2025 innovaba al proponer una “competencia” entre cinco toreros. El sexto toro debía ser lidiado por el torero triunfador designado por el público.

Con mucha ilusión y determinación, Dorian se presentaba en Lachepaillet junto a Juan de Castilla, Rafael Serna, José Fernando Molina y Víctor Hernández, frente a seis toros de Arrauz de Robles. Un lote muy bien presentado, áspero y encastado. Toros largos, altos y armados con puntas afiladas que imponían respeto. Toros a los que había que dominar y consentir, y que no permitían el más mínimo error. ¡No era tarea fácil para nuestras “promesas”! Tras la grave cogida de Juan de Castilla, la corrida se interrumpe para permitir la evacuación del colombiano al hospital. Dorian debe esperar más de 20 minutos en un ambiente cada vez más tenso antes de ver salir al tercer toro de la tarde.

El llamado «Especial» (527 kg) está bien presentado.

El de Arrauz de Robles sale abanto, huye del capote de Dorian nada más salir del toril. Con una serenidad sorprendente y mucho oficio, consigue encauzar al bicho e imponerle, con gran sutileza, una serie de capotazos de gran clase. Un inicio triunfal, coronado por una puesta en suerte excepcional. Dorian lleva a «Especial» al caballo por chicuelinas caminadas, deslumbrantes por su elegancia y precisión técnica (un momento suspendido, probablemente el más bello de la tarde). Tiene de todo: temple “a gusto”, precisión, una dominación suave… ¡piel de gallina!

Perfectamente centrado, el ejemplar de Arrauz de Robles toma una primera vara fuerte; la segunda, más ligera.

Dorian comienza su faena sentado en el estribo y continúa con doblones, ganando terreno hacia el centro en cada pase, con poder y elegancia.

El toro es exigente y no permite la más mínima imprecisión.

Desde los primeros muletazos, Dorian encuentra inmediatamente el sitio y aprovecha la nobleza áspera del toro para desgranar tres tandas por la derecha que marcan el tono. La segunda serie hace reaccionar al público. La tercera, con los talones hundidos en la arena, es suntuosa. Se nos hace la boca agua cuando Dorian toma la mano izquierda. Todos conocemos la precisión y la profundidad de su toreo por ese lado. Lamentablemente, el toro no embiste bien por el pitón izquierdo. Desde las primeras naturales, el toro se descompone. Dorian insiste (quizás demasiado) para mantener a «Especial» en la muleta. Esfuerzo en vano. A pesar de la evidente voluntad de Dorian, por falta de oponente, la faena pierde intensidad y enfría un tanto al público.

Al volver a la derecha, el toro huye hacia las tablas y rehúsa por completo el combate.

Al momento de tomar la espada, el toro está casi parado. En el primer intento, el de Arrauz de Robles no responde al toque del torero. Dorian pincha y ve esfumarse las esperanzas de triunfo. Abate a «Especial» con una estocada entera, bien colocada y de efecto rápido al tercer intento. Gran ovación y vuelta para Dorian.